Ficino y Botticelli beben del neoplatonismo de Plotino. Por Carmen Montero.
El presente texto de Plotino puede ilustrar el esquema teórico sobre las formas de conocimiento que conducen hacia la creación artística (Botticelli) a través de la doctrina de Ficino y que nos ofrece Mercedes Bellas aquí, en el blog, dividido en tres partes.
Plotino nació en el año 204 en Licópolis (Egipto) y es considerado como un filósofo neoplatónico místico porque predicó el platonismo y lo sintetizó en seis tratados de nueve partes cada uno, las Enéadas .
La transmisión del saber de Platón (427-347 a de C) llevada a cabo por Plotino se extendió hasta los albores del Renacimiento con el desarrollo del gusto por los clásicos orientando así la filosofía de pensadores célebres como Ficino (1439), León Hebreo (1460), Castiglione (1479), escritores y artistas.
El fragmento que reproducimos de Plotino pertenece a la cuarta parte del tratado titulado Sobre la belleza. De él interesa destacar las analogías que se aprecian entre el autor de las Eneidas y Ficino.
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La concepción del origen del alma y su forma de conocimiento del mundo sensible así como el esbozo de la teoría de la creación artística (el creador dispone de una más amorosa disposición según Plotino) son semejantes en ambos autores, si bien Ficino amplió esta última con su teoría de la Melancolía como fuente de toda creación, teoría que inspiró a Durero.
El texto destacado en negrita corresponde a los momentos descritos por Mercedes Bellas en el resumen de la teoría del neoplatonismo florentino.[/one_half_last]
Sobre la belleza. Plotino
IV
Pero, dejando atrás la percepción sensible, ascendamos más alto y contemplemos aquellas bellezas que están más allá y por encima de ella, bellezas que el ojo corporal ya no puede contemplar, pero que el alma, sin necesidad de órganos sensibles, contempla y considera bellas.
Igual que no podríamos haber descrito bellezas sensibles si nunca las hubiéramos visto ni reconocido como bellas, -por ejemplo, si hubiéramos nacido ciegos- tampoco podremos descubrir la belleza de ocupaciones y ciencias, y otras cosas de esta índole, a menos que estemos íntimamente familiarizados con su belleza, y tampoco podremos hablar de la belleza de la virtud si nunca hemos contemplado cuán hermoso es el aspecto de la templanza y la justicia, más hermoso que los luceros de la mañana y de la tarde.
Pero eso solo puede ser visto por el ojo del alma que contempla tales bellezas, y cuando las contemplamos, seremos afectados por el deleite y el asombro, y por un aleteo del alma en un grado más alto que en el caso de las bellezas sensibles, pues habremos alcanzado entonces la verdadera belleza. Pues las experiencias que deben producirse por lo que es realmente hermoso son asombro, dulce estupor, deseo y placentero aleteo del alma.
Y todas las almas, se podría decir, pueden ser y son afectadas de esta forma por las bellezas invisibles , pero especialmente aquellas que tienen una más amorosa disposición; como en el caso de la belleza corporal, todos la contemplan pero no todos sin embargo se sienten igualmente conmocionados por ella, sino en especial aquellos que podríamos llamar “sus amantes”.
(De Sobre la belleza.Plotino. El Barquero)
http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/venus-y-adonis-1/